No hace tantos años no sólo no había teléfonos móviles, sino que fuera de las grandes ciudades los teléfonos no eran automáticos. No podías descolgar el teléfono y marcar un número porque no había números.

Si estabas en el pueblo y querías llamar a alguien, en cuanto levantabas el auricular salía la voz de una telefonista que te preguntaba dónde querías llamar y a qué número; ella se encargaba de establecer la comunicación desde su centralita. Para llamar desde la ciudad al pueblo ─en las ciudades sí que había teléfono automático─ tenías que marcar el número de la operadora, decirle a qué población llamabas y a qué número. Para llamadas dentro de la misma ciudad no hacía falta pasar por la telefonista.

Cuando querías llamar a alguien que estaba en un lugar más o menos lejano, como otra provincia u otro país, entonces tenías que pedir una conferencia, que era más cara. Recuerdo haber oído más de una vez a mi abuela decir aquello de «no hables mucho rato, que es conferencia». El coste de las llamadas se contaban por «pasos». Un paso creo que eran dos o tres minutos.
Si me cuentan hace 30 años que en un futuro no muy lejano íbamos a usar smartphones conectados a internet no me lo creo.
Es irónico pensar que ahora los teléfonos, tampoco tienen números para marcar (por aquello de las pantallas touch).
Que gusto ver tu nueva ubicación. Éxitos!
(Actualicé tu enlace desde mi blog elhombredelasleyes.blogspot.com)
Éxitos!
Gracias Camilo! Un placer tenerte por aquí.