El año empezará con una «superluna de sangre del lobo»

Durante la noche del 20 al 21 de enero tendrá lugar un eclipse lunar. Los eclipses lunares ocurren cuando la Luna pasa por la sombra de la Tierra. No ocurre cada vez que hay Luna llena porque la órbita de la Luna está inclinada respecto al plano eclíptico, el camino que recorre la Tierra alrededor del Sol (o que el Sol recorre en el cielo). Los eclipses solo ocurren cuando la Luna llena o la Luna nueva cruzan la eclíptica.

Un año puede tener dos o más eclipses lunares; después del de enero, que definitivamente valdrá la pena si vives en América, se producirá un eclipse lunar parcial el 16 de julio. El último eclipse tuvo lugar en julio de 2018.

El tema es que ni los científicos, ni los astrónomos llaman a estos eventos comunes Lunas de Sangre, al menos no en serio. Este nombre folclórico proviene del color rojo que obtiene la Luna durante los eclipses lunares y que es causado por la atmósfera de la Tierra que dispersa la luz azul. La tendencia cada vez mayor a usar el término parece estar relacionada con los teóricos cristianos del fin del mundo Mark Blitz y John Hagee, que lo usaron en su libro “Cuatro lunas de sangre” en 2013. Google Trends parece confirmar esta hipótesis.

Dicen que las tribus algonquinas llamaban a la primera Luna llena del año la “Luna del Lobo”, de ahí el nombre, aunque parece ser que esto es falso.

Visto en Gizmodo


La belleza de Júpiter

Desde que la nave espacial Juno de la NASA comenzó a orbitar el planeta más grande de nuestro sistema solar en 2016, ha producido innumerables imágenes impresionantes de Júpiter, que brindan a los investigadores y entusiastas del espacio una mirada sin precedentes al misterioso planeta.

Debido a que Júpiter es un planeta tormentoso con nubes caóticas que se arremolinan constantemente sobre su superficie se convierte en todo un espectáculo visual. Juno ha enviado un flujo casi constante de fotos de este espectáculo.



Y llegó el invierno

Pues ya está aquí el esperado ─o no─ invierno. Concretamente el solsticio de invierno se producirá este año a las 17.28 horas de hoy en la España peninsular (16.28 horas GMT), momento en el que el sol esté sobre el trópico de Capricornio.

A mí no me gusta el invierno. Odio pasar frío y que haya tan pocas horas de sol, pero qué se le va hacer, es lo que hay cada año.

Un hecho no relacionado con el inicio de las estaciones se da también en esta época: el día del perihelio, es decir, el día en que el Sol y la Tierra están más cercanos entre sí. Es esta mayor proximidad al Sol la causa de que la Tierra se mueva más rápidamente a lo largo de su órbita elíptica durante el invierno (según la conocida como segunda ley de Kepler). Es por ello que esta estación sea la de menor duración. En esta ocasión, el máximo acercamiento se dará el próximo día 3 de enero del 2018, siendo la distancia de algo más de 147 millones de kilómetros.

Durante el invierno, el cielo matutino estará dominado por Marte, Júpiter y Saturno, y el vespertino por Urano, al que se unirá Venus a mediados de febrero. En la noche del 31 de enero habrá un eclipse total de Luna que será visible en Asia, Australia, el Pacífico y Norteamérica, pero no en España. Tampoco aquí se podrá apreciar el eclipse parcial de Sol que tendrá lugar el 15 de febrero, que sí será visible en la Antártida, Argentina y Chile.

La primera luna llena del invierno se dará el 2 de enero del 2018. Las otras se registrarán el 31 de enero y el 2 de marzo de 2018. El invierno también dejará lluvias de meteoros. La primera de esta estación y, por tanto, del año, será la de las Cuadrántidas, cuyo máximo pico de actividad se da hacia el 3 de enero, y se podrá ver sin necesidad de telescopios.

Las personas sensibles a los cambios de temperatura serán propensas a sufrir más dolores de cabeza. La hipótesis, según algunos estudios, los cambios circulatorios en los vasos sanguíneos. El invierno también se asocia con la depresión, con el denominado trastorno afectivo estacional. Se explica por varias razones: la ausencia de luz solar. Puede causar ausencia de apetito, fatiga, somnolencia, irritabilidad o pérdida del deseo sexual. Lo bueno del invierno, sin embargo, es que después llega la primavera.